lunes, 21 de mayo de 2007

Desnudas

El viernes pasado, mi pomelo disfrutaba de una cena en Construmat y mis tres retoños dormían y roncaban en su habitación, así que encendí la tele para que me hiciera compañía mientras recogía un poco y preparaba una lavadora (qué vida más excitante, amigos). Y como los fines de semana la televisión es infumable, terminé mirando, o más bien, mirando a trozos y escuchando, "Desnudas", el programa de Cuatro en el que mujeres acomplejadas aprenden a sacarse partido y a encontrarse atractivas.

No soy una gran aficionada a estos programas y no sé si realmente funcionan o tienen éxito entre el público televisivo, pero creo que un programa de este tipo se merece una felicitación enorme en forma de ovación ensordecedora con el público puesto en pie. Cada vez más, aquí y allá nos dicen a hombres y mujeres que debemos ser mejores, más guapos, más jóvenes, más delgados o más fuertes, más altos, más bajos, más rubios o más morenos. Y cada vez más se nos recuerda que no hay límite, que podemos pedirlo todo, porque si la naturaleza y la genética no nos lo han dado, siempre habrá un bisturí y una prótesis dispuestos a ponernos o sacarnos lo que haga falta.

La gente ya no tiene edad y es curioso como se nos intenta uniformar para que seamos todos iguales, sin rasgos distintivos. Mi pomelo y yo comentamos a menudo que las estrellas de la canción estadounidense, particularmente en sus vídeos musicales, son totalmente irreconocibles e indistinguibles, por el maquillaje y los filtros que se usan para grabarlas. Ninguna de ellas tiene marcas de expresión, pecas o cicatrices, todas tienen una cara lisa y perfecta en la que solo se pueden apreciar los ojos teñidos de negro y la boca pintada de rojo.

Si "Desnudas" es un buen programa, es principalmente porque no intenta convencer a nadie de que tiene un cuerpo perfecto. El programa se centra en elegir la ropa, el peinado y el maquillaje que mejor le sienta a cada una de las participantes, y en hacerles perder la vergüenza a exhibirse y a desnudarse. Se centra también en el refuerzo positivo, en potenciar las mejores partes de la anatomía y disimular las peores. En definitiva, en ayudar a las mujeres a recuperar su autoestima y su derecho a ser diferentes e imperfectas.

Felicidades a Cuatro por ir contracorriente mientras en otras cadenas se estrenan (y fracasan) programas en los que operan a las personas hasta dejarlas irreconocibles, sin pensar en los efectos psicológicos que tanta operación y tanto cambio puede tener sobre las participantes y sobre sus familias.

Y felicidades también, de paso, a Dove, que ha apostado por una campaña arriesgada que le está dando muchísimos beneficios, en la que las modelos de sus anuncios son mujeres guapas, pero normales y corrientes, permitiéndonos a todas las que no medimos metro setenta, ni usamos una talla 36, respirar aliviadas por vernos representadas en algún lugar y dejar de ser totalmente invisibles.

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