domingo, 7 de noviembre de 2010

Arrimar el hombro


Ando un tanto molesta estos días con los comentarios de la crisis que se hacen por ahí, lo rebotados que estamos todos con la reforma laboral y las memeces que oigo decir a unos y a otros sobre el momento en el que nos encontramos. Pero si estoy indignada con alguien en particular es con las personas de la calle, los trabajadores, la plebe, como queráis llamarle, entre los que siempre he estado y entre los que, en general, suelo sentirme bien y cómoda.

Pero hace unas semanas que no puedo sentirme cómoda y bien con mis compañeros de aventuras económicas, con los proletarios del mundo, con los trabajadores. Hace días que los sindicatos se quejan y yo no acabo de verlo claro, nada claro.

Estamos en crisis. No hace falta que nos lo diga nadie, no hace falta que los políticos se acusen unos a otros ni que le echen la culpa a la economía mundial, ni que culpen al sector de la construcción. Todos sabemos en qué berenjenal nos hemos metido y todos sabemos por qué. Nos hemos cansado de hipotecarnos hasta las cejas, de gastarnos lo que no teníamos y de pedir créditos para satisfacer todos nuestros caprichos. Y ahora estamos como estamos.

Pero en lugar de arrimar el hombro, de pensar que todos tendremos que pasar con menos para reflotar la economía y para poder volver a un estado de relativa prosperidad, nos echamos la culpa unos a otros y no transigimos. Para salir de la crisis, que le quiten privilegios a otro, que nosotros no nos queremos mover ni medio milímetro.

Hace días que oigo hablar del paro. De las cifras del paro, de lo injusto que es el paro, de lo mal montado que está y de BLA, BLA, BLA. Pero, díganme ustedes con la mano en el corazón y siendo muy sinceros, ¿a cuántas personas conocen que ahora mismo están en el paro porque no les da la gana trabajar? ¿Cuántas personas conocen ustedes que se hartan de su trabajo, piden que les arreglen los papeles del paro y deciden que ya empezarán a buscar trabajo al cabo de un año, que total se merecen ese año sabático porque llevan cotizando toda la vida? En este momento, yo conozco varias, creo que incluso más de las que puedo contar con los dedos de una mano. Y lo bueno es que a nadie le sorprende, que a nadie le parece mal. Pero, ¿es ese el objetivo del paro? ¿No será acaso que tenemos paro para que si por lo que sea, por mala suerte, uno acaba sin trabajo y con dificultades para mantenerse (a uno mismo y a los que dependen de uno) y no consigue trabajo bajo ningún concepto, pueda sobrevivir mientras sigue buscando trabajo? ¿O es que nos parece que el estado tiene que mantenernos uno de cada diez años sólo porque durante esos otros nueve hemos pagado nuestros impuestos? Esa práctica, socialmente tolerada e incluso admirada, pone una presión impresionante sobre nuestro sistema, pero a nadie parece horrorizarle ni sorprenderle. Es parte de nuestra picaresca, qué cachondos que somos.

También anda la gente escandalizada porque nos quieren reducir la indemnización cuando nos echan a la calle. En lugar de 45 días por año trabajado, nos van a pagar 25 o 30. Y todos pensamos en grandes empresas echando a la calle a millones de personas que trabajan estupendamente, pero de los cuales la empresa se quiere deshacer para tener más beneficios. En eso pensamos, y no en las miles de pymes que en un momento de crisis no pueden echar a la calle a nadie porque tienen que pagarle una millonada, así que se quedan con gente que ya no tiene trabajo porque no la pueden despedir. O peor aún, en las pymes a las que algún trabajador putea descaradamente para que le echen y cobrar un pastón, o se cogen bajas extensísimas para forzar al empresario a echarle. ¿La indemnización es una excusa también para que nos forremos y nos pasemos meses y meses sin trabajar o nos podamos comprar por fin ese coche al que le habíamos echado el ojo? ¿O está pensada para que uno pueda ir tirando mientras busca un nuevo trabajo?

Yo no soy empresaria y no tengo trabajadores a mi cargo. Toda la vida he estado del lado del asalariado y he creído en sus derechos. Pero cuando uno se pasa de la raya y abusa de sus derechos, ¿puedo seguir defendiéndolo ciegamente? Y cuando estamos en una situación crítica como la que vivimos ahora, ¿es lícito que queramos salir de la situación sin hacer ningún sacrificio?

No estoy a favor de esta reforma laboral, pero creo que los motivos para estar en contra son débiles. Estamos en un mal momento y la única manera de salir del pozo es arrimando el hombro. Lo único que hay que exigir, y debemos hacer con firmeza, es que todo el mundo ceda, no sólo los de siempre. Pero por lo demás, a ver si dejamos de llenarnos la boca con palabras bonitas como "solidaridad" y empezamos a aplicarlas a nuestro día a día. Tenemos que entender que para empezar a recuperarnos, hay que exigir que todo el mundo haga su parte, nosotros incluidos.

viernes, 4 de junio de 2010

Defensores atacados

Le he estado dando muchas vueltas a lo que quería escribir. Está claro que después del incidente entre el ejército israelí y la flotilla de barcos turcos hay que decir algo. Pero he intentado madurarlo para que no me saliera una serie de exabruptos y un post visceral sin ningún tipo de reflexión.

Lo he intentado de todos los modos posibles hasta que esta mañana he leído esta entrevista a Raphael Schutz en El Periódico. Y entonces toda mi imparcialidad, toda mi reflexión, toda mi calma se ha venido abajo como un castillo de naipes.

Y ha sido así por dos motivos. El primero y principal es por la palabra "defensa". Resulta que el ejército israelí tuvo que "defenderse".

Y es que, llámenme ustedes rara si quieren, pero pienso yo que si hay una gente que está en su barco, en aguas internacionales y de repente se le acercan unos helicópteros y unos barcos y se les llena el barco de personas armadas que les apuntan con pistolas (sean de pintura o no), los que se defienden son los atacados, es decir, los que estaban en su barco y han sido asaltados de repente, repito en aguas internacionales.

No voy a decir que la gente que había en el barco no golpeó a los israelíes. He visto y me creo perfectamente todo el relato de las barras de hierro. Pero, señores, ¿y? ¿Quiere eso decir que si un señor me quiere robar el bolso en la calle y me da un empujón puedo pegarle un tiro en la cabeza? Creía yo que precisamente los ejércitos estaban preparados para responder a esa clase de disturbios sin necesidad de matar a nadie. Se ve que sigo creyendo en el Ratoncito Pérez.

El otro motivo de indignación, que creo que debería ser clamoroso en la sociedad española, es que este señor compare los nueve muertos de la flotilla con los 23 muertos en accidentes en las carreteras españolas y los 155 muertos en un atentado en la India. Y que encima afirme que no importa, que a nadie le importa. Creo que es un argumento que se desacredita solo, pero por si hay alguien despistado, por si hay alguien que se siente tentado a creer que la muerte de una sola persona no importa, quiero hacer patente desde aquí mi protesta. Protesto porque este señor insulta mi inteligencia, hace demagogia y pretende restar importancia a la muerte de nueve personas en un asalto ilegal a un barco que lo máximo que podía llevar eran activistas y que se ha demostrado que no portaba armas de ningún tipo. Protesto porque la muerte de cualquier ser humano, sea en las condiciones que sea es una cosa que tiene que importarnos a todos. Protesto porque por lo menos la Dirección General de Tráfico hace lo posible por evitar las muertes en la carretera, cosa que no puede decirse del ejército israelí. Protesto al fin y al cabo porque siempre es lo mismo, porque nadie condena abiertamente algo que si hubiese pasado en otras latitudes (pienso en Corea del Norte, pienso en Irán) habría recibido automáticamente una respuesta única y contundente de los organismos internacionales que siguen quitándole hierro al asesinato de nueve personas. Que sí, a lo mejor llevaban una barra de hierro.

*UPDATE: Los israelíes se mofan de lo que ha ocurrido en un vídeo musical... No tengo palabras. Como si hiciera falta publicar los vídeos de las matanzas de Gaza.

viernes, 26 de marzo de 2010

Me gustaría creer en el cielo

Me gustaría, sí. Porque tengo una amiga a la que ya no puedo llamar ni ir a ver, pero a la que sigo queriendo y a la que me gustaría poder recurrir aunque fuera por vía celestial. Me gustaría que pudiera leer esto y decirme que soy una cursi y una exhibicionista por estar escribiéndolo, aunque fuera lanzándome una tormenta al balcón. Me gustaría poder elevar la vista a las nubes para contarle lo que me pasa y que me contestara haciendo brillar estrellas o acercando Saturno. Que me sorprendiera de repente despeinándome con un vendaval cuando tuviera ganas de que nos echásemos unas risas.

No voy a decir que mi amiga es perfecta, porque no lo es, pero es perfecta para mí. Lo era hace diez días y sigue siéndolo hoy. Me sigue llenando de alegría y me sigue haciendo reír. Sigue teniendo sus peculiaridades, sigue haciendo sus gestos con los manos y diciendo "Bueno, bueno, bueno". Así, tres veces. Porque quizás no esté en el cielo mandándome una nevada en abril o un arco iris a las cinco, cuando los niños salen del cole, pero sí que está cuando hablamos o reímos o la recordamos.

De todas maneras, quizás a partir de ahora hable con las nubes o le sonría a la luna por las noches. Quién sabe si Viki no andará por ahí escondida, haciendo, como siempre, lo que le da la gana, sin preocuparse de que creamos o no en el cielo.

Te quiero, Viki.

Y para recordarla mejor, las palabras de Ruth, que creo que ha clavado lo que sentimos sus amigas del MIP y nos recuerda algunos de los mejores momentos que hemos vivido juntas:

Gràcies per ser sempre a punt per sortides, per dansa del ventre, per bàsquet, per explicar-nos, de tapes per Barcelona, com anava la Lola a l’excursió, per la nit vestida de pallasso al Carnaval, ballant Sopa de Cabra amb els peques.

Ha sigut curt, massa curt i és que encara que t’haguéssim viscut 100 anys, al teu costat hauria sigut massa curt. Però pensem en el sopars al mexicà, al vietnamita, al tailandès, en aquest llibre que ja no podrem canviar, en les excursions a Barcelona sense nens o en una xerrada llarga a casa la Gis parlant de tot i de res.

Sentim la ràbia de no haver fet un sopar de cunyadíssimes, de no veure Disney a través dels teus ulls, de no menjar els brunyols que havies de fer dissabte, de les sevillanes que ja no ballarem, de cada sopar on mai no hauries fallat i de la farra que volíem planificar.

Et recordarem a l’estiu corrent mentre recollies en Jofre a la guarde per anar al Club natació, perduda per l’Empordà (dins d’un cotxe amb GPS) per arribar a Port, quan algú sigui simplement un rot (sabem què vols dir tot i que no tenim altra paraula), o quan aparegui un fardapollas, un ‘catering’ i un ‘pívor’, cada vegada que fem la barreja dels brunyols, quan mengem cus cus, quan pensem que si ‘ser ric, és comprar-se tot el que un vol’ i que és fàcil aprimar-se a base de polvos. Si mai tenim una targeta de pagament fraccionat, et veurem al tren explicant-nos el màxim i el mínim!

Omplies molt i et trobarem a faltar. Pensarem en tu sempre positiva, sempre riallera, sempre amb una mirada crítica i veurem totes les teves virtuts en la Queralt i en Jofre! I pensarem en tota la teva energia. Esperem haver-nos encomanat una mica de tu i haver après a mirar el món a través teu.

Un petó Viki!