jueves, 29 de marzo de 2007

Racismo

Fue un domingo por la mañana. Habíamos ido a desayunar a una panadería de la Rambla. Cuando fui a pagar y a buscar el pan, mi hijo mayor se me acercó y me pidió por favor una chocolatina del Barça. Eran esos paraguas de chocolate que en el asa tienen una pegatina con una caricatura de un jugador. Había un montón, así que le pregunté:

-Cariño, ¿cuál quieres?

Mi hijo lo tenía clarísimo:

-El negro.

Claro, el negro. ¿Qué negro?

-¿Ronaldinho o Eto'o?

Mi hijo me miraba extrañadísimo.

-El negro, mami.

Yo seguía firme:

-Sí, cariño, pero es que hay dos negros, Ronaldinho y Eto'o. ¿Cuál de los dos quieres?

-Que no, mami, quiero el negro.

Supuse que se refería a Eto'o, porque Ronaldinho es más bien mulato, y alargué la mano para señalarlo. Pero mi hijo ya estaba más que harto.

-Súbeme, mami.

Le cogí en brazos y le acerqué al expositor. Decididísimo, apuntó con su dedo regordete a Victor Valdés, de riguroso luto futbolístico.

-El negro, mami.

El panadero y yo nos miramos. Me avergoncé de ser tan estrecha de miras. El panadero sonrió y me dijo que estaba claro que uno no nacía racista.

Mi hijo se comía la chocolatina feliz, ajeno al color de la piel de todos los futbolistas del Barça, y todas las personas del mundo.

2 comentarios:

xosé castro dijo...

Creo que te mortificas innecesariamente. ☺

De hecho, no veo racismo en esta graciosa situación, sino un problema lingüístico. Tu hijo sí que sabe diferencia a la gente por el color de su piel (básicamente, porque sus padres, él y la mayoría de la gente que ve es blanca), pero le faltó la preposición («el ·de· negro»). Tú no eres corta de miras ni racista por eso. Tienes la visión adulta de las cosas.

La hija de un amigo mío le preguntó a su padre «qué es una idea» cuando aún no sabía lo que era un pensamiento abstracto. Su padre se lo explicó como pudo y, al rato, la hija llegó y le dijo:
—Papá, tengo una idea.
—¿Ah, sí? ¿Y cómo es, hija? —le respondió el padre.
—Amarilla.

Nuestra visión adulta del mundo es demasiado racional. :-)

Paula dijo...

Pues sí y no. No me mortifico, hombre, es una manera de hablar ;-) La verdad es que está claro que mi hijo distingue el blanco y el negro, porque hay un Eto'o en prácticamente cada equipo de fútbol y basket del mundo, y Àlex se empeña en señalarlo incansablemente: "Mira, mami, Eto'o" cuando es Kanouté, Henry o Dennis Rodma. Eso está claro.

Pero la verdad es que para él es un rasgo de identificación, como el pelo largo o rizado, el color de los ojos o lo que sea.

Lo que también está claro es que los adultos pervertimos el lenguaje, cosa que los niños no hacen. Para ellos no hay ningún problema en decir que alguien es negro, ¿por qué debería haberlo? Es sencillamente otra característica más de la persona.

Pero lo curioso y lo que sí indica que para ellos no existe el racismo, es que el color de la piel no es el rasgo principal de nadie. A ellos no les importa más que el pelo o la altura.

Àlex tiene un amigo negro, Dawit, y lo que me dice es que tiene el pelo rizado, que es un gamberro y que se sienta mal en clase. Solo una de las incontables veces que me ha hablado de él ha usado la palabra "negro".

Eso es lo que quizás no he reflejado bien y lo que es realmente interesante del caso.

Y sí, la visión adulta del mundo no puede competir jamás de los jamases con ideas amarillas ni bichejos con televisores en las barrigas...