viernes, 23 de marzo de 2007

Comercio justo

Estoy a favor del comercio justo, eso que quede claro. Hace años que compro el arroz en la tienda de Intermon del centro de Sabadell y lo hago plenamente convencida de que el comercio justo es una idea buenísima y un concepto genial.

Pero me temo que hay muchas cosas negativas en el comercio justo y que poco a poco vamos a tener que ayudar a que cambien, o continuará siendo una parte ínfima del comercio en general.

Lo primero que hay que solucionar es el precio. Supongo que los precios que tiene ahora el comercio justo, particularmente la comida, es el resultado de una producción pequeña y de una red de distribución pequeña, y que por eso resulta tan escandalosamente caro. La comida es decididamente cara y eso es un gran problema a la hora de dar a conocer el comercio justo al gran público. Cuando un kilo de arroz cuesta tres euros, sabes que tu único público es un ciudadano con un poder adquisitivo medio-alto, y que jamás llegarás a una mayoría que paga menos de la mitad de ese dinero por el arroz que compra en su supermercado.

Es decir, la idea del comercio justo no puede ni debe ser que los productos se encarezcan un 100% o un 150%, sino que el intermediario no tenga los beneficios astronómicos que obtiene y que el productor reciba un precio justo por su mercancía, un precio que le permita vivir de su trabajo.

Y dicho esto, es cuestión de empezar a pensar en expandir la idea del comercio justo a todos los ámbitos de la producción, puesto que en todos los países, los agricultores están empezando a perder el poder de decidir a qué precio venden sus productos, ya que los intermediarios que los compran son los que ponen los precios que más les convienen.

Así pues, la idea es que los productos valgan lo que cuestan y que toda la cadena de producción y comercialización pueda vivir con los precios que se cobran. Y ahí es donde el comercio justo tiene que saber ajustarse a la situación actual de mercado. Supongo que la producción de comercio justo se ve limitada por su escasez y su poca distribución, y eso hace que repercutan los precios sobre el comprador, pero el fenómeno del comercio justo nunca llegará a ser un fenómeno generalizado a menos que consigamos que los precios sean competitivos. Una persona con unos ingresos modestos, hará el esfuerzo de comprar un producto de comercio justo, si la diferencia de precio es asumible, un 30 o un 40%. Pero no lo hará si la diferencia alcanza o supera el 100%. De algún modo, la industria del comercio justo tiene que buscar la manera de compatibilizar la justicia con unos precios que la gente pueda pagar.

El segundo problema que tiene el comercio justo es un problema de distribución. Yo compro arroz en la tienda de Intermon porque está en el centro de mi ciudad y paso a veces por allí. Pero la verdad es que la gente necesita una distribución adecuada de los productos y tener la oferta en el comercio en el que compra habitualmente. Aunque muchas cadenas de supermercados se han adherido a las campañas de comercio justo y han prometido distribuir esos productos, a la hora de la verdad no están en las estanterías. Hay que luchar para que estén y para que nadie tenga la excusa de no saber o no haber visto.

El tercer problema es la variedad de productos. Cuando uno va a comprar productos de comercio justo no tiene mucha variedad. Hay especias, salsas, arroz, café, chocolate, azúcar y pasta. Pero no hay más, y no hay una renovación de productos. Habría que intentar comercializar otros tipos de productos, como harinas, sémolas, conservas... Incluso habría que plantearse la viabilidad del comercio justo global e inaugurar tiendas que unificaran el comercio justo con el tercer mundo y con los agricultores del mal llamado primer mundo. Así uno no tendría que comprar el café y el azúcar en un sitio y la leche y la fruta en otro.

El comercio justo es una idea estupenda y funciona muy bien para objetos de regalo y ropa, que son productos de buena calidad con precios más ajustados, pero todavía queda mucho para que funcione todo lo bien que podría y debería en el campo alimentario y cosmético. Hace falta un esfuerzo social importante, pero también hace falta aprender de la experiencia de años de comercio justo.

No hay comentarios: