viernes, 27 de noviembre de 2009

Van provocando...

Leo con curiosidad y la verdad es que poco estupor este artículo del señor Enrique Lynch. Y digo con poco estupor, porque de lo anodino y repetitivo que resulta, ni me sorprende, ni me escandaliza.

Culpar a las mujeres de la violencia de género es algo que sucede desde hace tantos años que creo que toda la vida lo he oído. Ya lo decía Def con Dos en su gloriosa "Agrupación de mujeres violentas": "Es que vas provocando con esos vaqueros". Y lo remataba Santiago Segura en airbag: "La culpa es de los padres, que las visten como putas". Lo que sea, porque desde que existe el feminismo, los hombres han encontrado un montón de excusas para los comportamientos denigrantes que ya tenían antes.

Así que, afirma Lynch, los hombres son como son porque los han criado mujeres. No tiene nada que ver que quizás hayan visto ese patrón de comportamiento en sus padres, sus maestros, sus amigos, sus jefes, no. Las madres, mientras les amamantamos y les curamos las rodillas peladas les estamos enseñando a despreciar a las mujeres y a maltratarlas.

También carga las tintas contra las cantantes que en sus canciones, ante un desamor se calzan botas altas y salen a la calle a maltratar hombres. Apuntadlo en vuestras agendas, chicas, la manera de mostrar pena y dolor ante una ruptura es quedarse en casa a llorar. Si os ponéis minifalda y salís a bailar para desfogaros, después no es extrañe que vuestras parejas os peguen u os apuñalen. Si es que os lo tenéis merecido.

Y luego está el tema del eslogan. Si es que cómo se nos ocurre pensar en algo como "De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será menos que yo". Aix. Estamos dando a entender que las mujeres tendrán muchos hombres en su vida. ¡HORROR! Qué espanto, qué cosa tan perversa, cómo vamos a sugerir que las mujeres vayan a tener varias parejas sentimentales o sexuales. Las mujeres no pueden. Las mujeres conocen al amor de su vida a los quince años y con él se quedan para siempre aunque las atice, las ridiculice y las haga infelices.

Suerte que hay personas que también pueden concebir que los hombres que tenemos en nuestra vida son también hijos, hermanos, jefes, compañeros, amigos, vecinos...

De hecho, me sorprende que los hombres no se hayan quejado ante este artículo, que los tilda de simples, prehistóricos, integristas y estúpidos, que se dejan llevar por el miedo a que las mujeres recuperen el terreno perdido y se pongan a su misma altura. Según Lynch, son muñecos de trapo que sienten un pánico atroz a las nuevas mujeres que no se dejan avasallar. Hombres que ante la falta de sumisión, se vuelven locos y sueltan puñetazos.

Lo más triste de todo es que las mujeres ahora nos tengamos que poner a la defensiva y tengamos que justificar nuestros comportamientos. Que se apunte Lynch que en el caso del maltrato de género, las mujeres son, prácticamente siempre, las víctimas, y que nada que hayan hecho jamás en su vida justifica que alguien les pegue, las viole o las asesine. Ni siquiera que no hayan llorado ni pedido perdón.

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