viernes, 7 de diciembre de 2007

Nos estamos volviendo locos

A un señor valenciano, Gas Natural le ha enviado una factura en la que algún graciosillo le había cambiado los apellidos por Gilipollas Caraculo. Así, Antonio Lo-Que-Sea, ha recibido una factura correcta, con todos sus datos, pero a nombre de un tal Antonio Gilipollas Caraculo.

Hasta aquí, una anécdota divertida y hasta entrañable. Gas Natural ya ha hecho todo lo que tenía que hacer, ha pedido perdón, ha abierto una investigación y patatín y patatán, y todo bien, y todo genial.

Pero resulta que el bueno de Antonio pide una compensación económica. No sé si a vosotros os suena igual de aberrante que a mí, porque a mí me parece un despropósito de los gordos. Antonio pide dinero por daños psicológicos y morales. Y yo, lo único que puedo pensar es que nos estamos volviendo locos, y nos dirigimos a todo gas a una sociedad como la estadounidense, donde todo es denunciable, incluso Dios o la naturaleza.

No quiero hacer demagogia al decir que hay cosas mil millones de veces más importantes que esta, aunque las haya, pero sí que me parece alucinante que hayamos llegado a un punto en el que convertimos todo en un negocio, y presuponemos una maldad en las acciones de todo el mundo. Un trabajador hace una broma, cambia los apellidos de un tipo en una factura y se olvida de borrarlos y corremos a denunciarle por ¡daños morales! como si en ello nos fuera la vida. A mí me parece como mucho anecdótico, y creo que no puede causar demasiados daños morales. Todo lo contrario, lo que causará será unas risas. Si yo fuera Antonio, enmarcaría la factura y la exhibiría en el recibidor.

Perdemos el sentido del humor a pasos agigantados y mermamos la comunicación en nuestra sociedad, ya que, ante la posibilidad de que nos denuncien por cualquier cosa, optamos todos por ser correctos, por no burlarnos de nadie, por no decir nada que se pueda malinterpretar. Vaya una mierda.

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