jueves, 15 de octubre de 2009

Cosas pomponiles

Conversación de los pompones el día en el que se sientan a ver Star Wars por primera vez en su vida (cosa que me agradecerán de por vida, lo sé).

Se ve en pantalla el logo de la 20th...

Pompón grande (6 años):
-Ah, hacía muchos años que no veía ese 2 y ese 0. Sí, desde que vimos Ice Age 3.

(Atentos a dos detalles. Primero, sabe que Ice Age 3 es de la Fox, y eso sí que es para preocuparse. Segundo, vimos Ice Age 3 a finales de julio.)

Pompona (3 años):
-Sí, hacía muchos años que no veíamos esta película.

Pompón grande:
-Que no, que esta película no la hemos visto nunca.

Pompón pequeño (3 años):
-¡Staaaar Waaaars! ¿Vamos a comer algo? ¿Me das las moras? ¿Todavía no me has traído las moras? ¿Vas a traer las moras? Yo cogeré las moras.

(moras recolectadas en el pueblo este fin de semana)

Después han venido interminables explicaciones. Que quiénes son los buenos, que quiénes son los malos, que por qué los malos se tapan la cara, que cuáles son las naves de los buenos... El pompón grande todavía esta aprendiendo a decir "jedi", es decir "jedai"...

Carta de amor al Festival de Sitges (y a la ciudad)

Hace 12 años pisé por primera vez el cine Retiro para una maratón del Festival de Cine de Sitges. Sin que yo lo supiera iniciaba así una tradición, un rito que se repite todos los años y que me convierte en la persona más feliz del mundo durante los diez días que dura la muestra.

Aquel primer año me perdí los últimos cinco minutos de Gattaca, porque el último tren salía a una hora indecentemente temprana y yo todavía no tenía coche.

Tardaría dos ediciones más a ir a una sesión normal, un día por la noche, en el 99, y a partir de entonces las sesiones, las películas y los cines empezaron a multiplicarse.

El motivo principal por el que me encanta el festival de cine de Sitges es, seguramente, el que hace que los esnobs frunzan la nariz y que los cinéfilos más recalcitrantes se lleven las manos a la cabeza. Y es que a Sitges la gente va a disfrutar. Se lanzan estruendosas ovaciones cuando el bueno le pega un tiro en la frente al malo, cuando una frase del guión es particularmente graciosa o cuando la cantidad de sangre en pantalla aumenta de repente de cero a cien en un segundo. La gente va por la calle hablando de directores coreanos o japoneses, se acaban las entradas para las sesiones de clásicos de la ciencia ficción, se hacen colas imposibles para entrar a la sala a ver una sesión nocturna de películas de serie B.

El día perfecto es el que hace sol y llevas las entradas en el bolsillo. El día que hueles el mar mientras te acercas por la autopista y te pierdes un rato en las hermosas calles de la ciudad mientras haces tiempo para entrar a ver tu peli. El día que te paras en el bar a tomar un café y te lees el periódico del festival. Después vas al Retiro, que para mí es el mejor cine del festival (quizás no por comodidad, pero sí por todo lo demás) y cuando acabas la peli la comentas de camino a la Cantonada, a tomarte un frankfurt servido por Kevin Smith (que este año no estaba...).

No puedo poner en palabras todo lo que le debo al festival en mi formación cinematográfica. Allí vi mi primera película de Johnnie To, que pasó a convertirse directamente en uno de mis directores favoritos. Allí descubrí a Park Chan-woo, vi The Ring y me morí de miedo y descubro todos los años excelentes películas y cinematografías que ni sabía que existían.

Pero cuando le digo a alguien que voy al festival, el ochenta por ciento de las veces me dice: "¿A ti te gusta ese cine?" Y aunque no suelo decirlo, porque soy educada hasta resultar imbécil, pienso siempre "¿qué cine?" A mí me gusta el cine. Todo. En su totalidad. Y el cine es fantasía. ¿A alguien puede no gustarle la fantasía, la imaginación, la creatividad? Porque además de sangre, vísceras y zombies (que me encantan, eso sí), hay un montón de películas llenas de magia, de ternura, de sorpresa. Películas como Mr. Nobody este año, que me encantó (y a toda la sala también) o como "Soy un cyborg" o como muchas otras. Porque el cine fantástico no es sólo gore y cuanto antes lo entendamos, mejor para todos, pero especialmente para las películas.

Ya cuento los días que faltan para el próximo festival de Sitges.