viernes, 4 de abril de 2008

He creado un monstruo

Mi hijo Àlex miraba el otro día el DVD de Shrek 3. Me senté con él a ver el final de la peli, nos reímos mucho, comentamos un poco los momentos más interesantes y empezaron los créditos del final de la película.

Y en ese momento, me miró y me dijo:

-Mami, ¿nos quedamos a ver quién es el traductor?

Mi pomelo y yo todavía nos estamos riendo. Y es que el pobre está acostumbrado a chuparse tooooodos los créditos de las películas cada vez que vamos al cine para que su madre (controlada de cerca por trabajadores de la sala con cara de malas pulgas) pueda ver la ficha de doblaje que sale al final de todo, cuando ya han barrido todas las palomitas y los primeros espectadores en salir de la sala ya están cómodamente instalados en el sofá de su casa.

Como el pobre ya conoce (por nombre o personalmente) a muchos de los estupendos traductores que pueblan nuestras pantallas, le hace mucha gracia saber que esta película la ha traducido fulanito o menganita. Y aunque dudo mucho que entienda en qué consiste realmente una traducción (aunque ya me ha dicho que tiene ganas de aprender a leer y escribir para ayudarme a trabajar :-)), el pobre sabe que es algo muy importante. Al menos para su madre.